La Virgen y la Madre Concepción.

 

LA VIRGEN Y LA MADRE CONCEPCION.

 

Fotografía: M. Concepción con la Virgen Peregrina de Fátima, vestida de Carmelita.


 

La M. Concepción fue devotísima de la Santísima Virgen. La tenía como a verdadera Madre. Procuraba imitar sus virtudes. Se había consagrado a Ella. Vestía con gran devoción su hábito. Contaba con ella para todo. Le ofrecía obsequios. La saludaba cada hora. La invocaba constantemente y le pedía gracias para sí y para los demás. Daba gracias a la Santísima Trinidad por las prerogativas que le había concedido. Se preparaba mucho sobre todo para la Inmaculada...

Cuatro horas antes de entregar su alma a Dios, en un día como los demás, -sin ir a pensar que sería el último- la Hermana que la cuidaba por la noche, y que como S. Juan puede decir 'que tanto quería', le preguntó: ¿a quién quiere más de entre todas las personas?, diciéndole una sílaba de su propio nombre, para que la Madre Concepción lo continuase. Pero la Madre dijo muy resuelta: 'al Corazón de Jesús'. Bueno sí, al Corazón de Jesús, pero de entre todas las personas ¿a quién quiere más? -silabeándola esta vez la Hermana dos sílabas de su propio nombre, para que lo completase diciendo la tercera- la M. Concepción no titubeó un instante y no dijo la última sílaba como esperaba y quería la Hermana, sino que respondió: 'y a la Santísima Virgen'.
No tuvo que pensarlo ni un solo instante. Jesús y María eran ciertamente de entre todas las personas, las que más quería y esos dos Grandes Amores cerraron sus labios.

Jesús y María son su último acto de amor y la herencia que nos da a todos.

La tarde de la noche que murió -acabados los Santos Ejercicios Espirituales- renovó su consagración a Ella según S. María Grignion de Montfort.

¡Qué misteriosa fue su sonrisa póstuma, que tanto recuerda la de la Virgen Asunta! Aquel cambio de expresión tan inesperado ¿no será una imagen de su plena identificación con Ella?

Para más información sobre la última sonrisa pueden consultar el último capítulo de la Carta de edificación y el apartado Primeros pasos de la Causa.

Asunción que regaló su familia estando ya en el Carmelo

La Virgen en la Misión antes de entrar en el Carmelo. La Misión empieza con el Rosario de la Aurora y para él la gracia que le concedió la Santísima Virgen: la de levantarse como un resorte con grandísima puntualidad a golpe de tablillas.

La Virgen en Su Consagración al Corazón de Jesús. La Consagración que renovó varias veces, la pone enteramente en manos de su Madre Inmaculada; a Ella se confía enteramente: 'no quiero dar un sólo paso sin ti'. A Ella le encarga 'el hacérsela cumplir' y quiere que conste que -después del Corazón de Jesús- a Ella se deberá toda la gloria.

Aquí sus palabras:


'Madre mía Inmaculada, aunque indigna hija tuya, vengo a ti pues sé que en esta ocasión te agradará mi deseo.

Quiero ser toda del Corazón de Jesús, pero

siendo tú mi Madre, no quiero dar un solo paso sin ti.
Aquí tienes mi pobre consagración,
arréglala como mejor te agradare y después
en tus purísimas manos, o mejor si te parece
guardada dentro de tu Purísimo Corazón,
preséntala al Corazón de tu Hijo,
y luego, Madre querida,
toma a tu cargo el hacérmela cumplir
a fin de que eternamente conste que todo lo que por esta vía alcanzare,
la gloria, después del Corazón de Jesús
se deberá a ti'.

 

OBSEQUIOS:

 

SACADO DE SUS NOTAS DE CONCIENCIA:

- ¡Como se prepararía para comulgar, María! (saetilla que repetía indefectiblemente un día de la semana cuando le tocaba dar las tablillas antes de acostarnos por la noche).

- Asistir a la Santa Misa, como el acto más grande del día, como si estuviese en el calvario en compañía de María.

- Madre mía, enséñame los misterios de Nazaret.

- María, Madre mía, copia en mí a tu Jesús.

- Madre mía, quiero entregarme de veras a Jesús y para siempre, alcanzadme la gracia de corresponder con generosidad a todo lo que Jesús quiere de mi.

- María, Virgen purísima, cultiva tú el lirio de mi pureza virginal.

- Madre mía, Refugio de pecadores, ruega por mí.

- María Madre mía, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte.

- María, Madre mía, líbrame del pecado mortal.

- Madre mía, refugio de pecadores ruega por nosotros y líbranos del pecado.

- La Virgen, una jovencita sencilla, sin ninguna representación humana…

- La Virgen cuando acepta el ser Madre de Dios, se declara su esclava en toda la extensión de la palabra

- La vida oculta en Nazaret, vida de trabajo, vida de silencio, vida de oración.

- S. José y la Virgen no se quejan... no quejarse de nada ni de nadie... El Nacimiento... no hay posada... sólo un pobre establo..

- Una de las razones porque tan pocas almas llegan a la plenitud de Jesucristo es porque María, que ahora como siempre es la Madre de Jesucristo, no está bastante formada en sus corazones. (S. Grignion).

- Jardineras de la Virgen: Debo presentarle todos los días una canastilla de flores de buenos deseos y frutos de buenas obras (1958).

- Propongo, confiando en mi Madre Santísima, hacerlo todo sólo para agradar a Dios, pensando en Dios, amando a Dios y hacerlo porque es la Voluntad de Dios (1983).

- Madre mía, en tus manos pongo los propósitos de los Santos Ejercicios para que me los hagas cumplir. Todo por amor (1986).

- Pedir a la Sma. Virgen que alcance de su Hijo que me admita bajo su bandera y le siga en suma pobreza espiritual y material y en pasar oprobios y vituperios sin que haya ofensa de Dios.

- Al ir a dormir pediré a la Santísima Virgen me alcance el don de piedad, para que pueda imitar a Jesús en todos los actos de piedad.

- A Jesús, por María.

- Debemos copiar la voluntad inmaculada de Ntra. Santísima Madre: Ecce ancilla Domini, fiat voluntas tua.

- Confiada en Vuestro Corazón Dulcísimo y en la poderosa intercesión de nuestra Madre la Virgen Inmaculada cuyo hábito, aunque indigna traigo, me concederás la gracia de tener bien preparada mi lámpara cuando vengas a buscarme, amén.