25 Aniversario Madre Concepción.
25 ANIVERSARIO SIERVA DE DIOS MARIA DE LA CONCEPCIÓN DE SAN JAIME Y STA TERESA.
* Vida.
HOMILIA.
Vamos a celebrar el 25 Aniversario de la muerte de la Madre Maria de la Concepción de San Jaime y Santa Teresa.
Las hermanas que convivieron con ella y la atendieron hasta el final de su vida me han encomiado mucho dos cosas: la presencia de Dios permanente que tenía esta santa mujer; y, en segundo lugar, la gran devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
Y a mí, este dato que me han dado de la presencia de Dios permanente en su vida, es un dato que me basta y sobra para saber que estamos ante una gran Santa.
Al final de su vida ella misma hizo su balance, lo tenéis escrito ahí, donde está enterrada: "confiando en ti, Corazón de Jesús, en el Carmelo, he sido inmensamente feliz". No puede ser de otra manera, viviendo la presencia de Dios, en cada momento de su vida, es la máxima felicidad. "Inmensamente feliz", viviendo en el Carmelo, en el Carmelo de Palma de Mallorca, donde estamos nosotros ahora.
Como decía, estamos ante una gran santa, y eso lo digo sin meterme en los procesos largos y difíciles de beatificación de la Iglesia. Yo digo lo que realmente siento: la figura de la Madre Concepción da para pensar y meditar. Cuando una persona vive con fuerza una virtud -y esto lo he aprendido desde que voy frecuentando esta casa - se van viviendo también, a la vez, todas las demás virtudes. No es posible vivir una gran presencia de Dios y fallar, por ejemplo, en la pobreza, en la humildad o en el amor fraterno. Eso no es posible. El santo, el místico, el contemplativo, toda alma entregada a Dios es siempre una persona equilibrada, en perfecta armonía con su comunidad, con la sociedad en la que vive, con la iglesia a la que pertenece, y podemos decir, por ampliación, con la creación entera.
Y esa perfección y ese equilibrio interno se nota también en la vida personal de la Madre Concepción, con una paz interior, con una tranquilidad, con una suavidad y con una finura y grandeza de espíritu. Es aquello que nos dice San pablo: "en el amor fraterno, sed exquisitos unos con otros". La vida de la Madre Concepción, sin duda alguna, refleja un comportamiento exquisito con la gente que le rodeaba.
Vayamos al punto clave.
Me gustaría que, en este momento, entrárais dentro de vosotros mismos, a la profundo de vuestro corazón – es como tenemos que escuchar siempre la palabra de Dios, Dios nos interpela, Dios nos habla a cada uno de nosotros – y que repitáis las palabras que voy a pronunciar: "Os introduje en la tierra del Carmelo para que comáis de sus frutos y de sus bienes."
Y es que hoy el Carmelo nos presenta y ofrece un fruto exquisito - la vida de la Madre Maria de la Concepción de San Jaime y Santa Teresa – como ejemplo fehaciente de que es posible eso que dice Santa Teresa en la quinta morada: es posible hacer de la tierra un cielo.
Y la Madre Concepción lo hizo aquí, en este palomarcito – como llamaba Santa Teresa a todas sus fundaciones. Es posible conseguir una presencia de Dios importante en esta vida. Yo tengo para mí que ese es el valor principal del Carmelo. Y Santa Teresa nos explica, punto a punto, las cosas que tenemos que hacer para avanzar en esa presencia de Dios: coger una imagen para devoción, e intentar fijarla en nuestro pensamiento y con esa imagen en nuestra mente intentar enamorarse de Jesucristo, del Jesucristo encarnado en las entrañas de la fe. O sea que nuestra vida espiritual tiene que estar centrada en la persona de Jesucristo. Y, ahí, comunicarle nuestras dificultades; quejarnos de lo que tengamos que quejar; dar gracias de lo que tengamos que agradecer; pedirle lo que tengamos que pedir... intentar crear un ambiente familiar entre nosotros y Dios.
El lema de la Madre Concepción fue: "lo haré todo pensando en Dios, amando a Dios, haciéndolo todo porque es la voluntad de Dios, y este propósito lo renovaré 12 veces cada hora".
La cuenta da lo siguiente: cada cinco minutos, la Madre Concepción ponía su voluntad y entendimiento en nuestro Señor. ¡Cada cinco minutos! Si eso lo vivió de verdad – y así lo atestiguan sus hermanas - estamos no solo ante una santa, sino ante un gran santa.
De vez en cuando en este ofrecimiento y poner el entendimiento y la voluntad en Dios añadía una jaculatoria y la más frecuente era "Dulce corazón de Jesús, sed mi amor".
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús, no es una devolución cualquiera. Santa Teresa lo explicaría así: "engolfarse en el amor de Dios". La devoción al Corazón de Jesús es vivir permanente en el amor que Dios tiene por todos nosotros. Esa era la vida de La Madre Concepción.
Cuando las monjas me explicaban todo esto me asaltó un pensamiento: ¿es posible esto? ¿es posible un acto de voluntad tan determinante, cada cinco minutos poner el pensamiento y la voluntad en Dios?
Pues ya lo veis, en esos días, en esos años -la segunda mitad del siglo XX- en este palomarcito de la Rambla de Palma de Mallorca, estaba germinando y floreciendo esta flor auténtica del paraíso teresiano carmelita.
En este momento se me va la imaginación y veo el tremendo contraste que ofrecía esta Santa viviendo, aquí, la presencia de Dios, frente al existencialismo ateo que surge en la misma segunda mitad del siglo XX.
Jean Paul Sartre y Albert Camus arrojaban a toda la juventud europea al absurdo y la desesperanzada inoculando en la sociedad toda la bazofia de lo peor de la filosofía europea: "Dios no existe", "Dios a muerto", "el hombre está solo, arrojado a este mundo absurdo, prisionero de su libertad, abocado a la nada final". Y predicaban que, una buena forma de escapar de este absurdo era el suicido real (Paul Sartre) o el suicidio literario (Albert Camus).
Lo cierto es que Sartre, pocos meses antes de morir, publicaba un artículo diciendo que no se sentía como una persona abandonada, sino como una persona pensada por alguien y eso le remitía a Dios; y Camus, en los dos últimos años de su vida, visitaba a menudo la parroquia de París donde había sido bautizado, y poco antes de morir empezó a preparar su confirmación, muriendo poco después en un accidente de tráfico.
Termino felicitando a las Madres de esta Comunidad por esta celebración de una hermana suya con el proceso de beatificación ya introducido. Sin duda alguna, hay muchas cosas que aprender. Yo, estos dias he pensado mucho en ese dato de "la gran presencia de Dios".
Es posible que esa gran presencia de Dios, una vez que has buscado el espíritu de Dios se pierde el gusto por las cosas de aquí abajo. Con esa presencia de Dios tan constante, sin duda alguna que tuvo que recibir más de una y dos gracias, esas gracias que Dios da a los místicos: un arrebato, una devoción, es decir, un momento fuerte de unión con esa persona.
Y no es raro que la Madre se diera cuenta de que Dios está cerca de ella y le está dando su amor. Y no es raro que se cogiera a ese amor.
En la vida mística hay 10 grados de amor místico: El primer grado es buscar a Dios con ansia "A donde te escondiste amado, me dejaste con gemido. Como es ciervo huiste, habiéndome herido; salí tras ti, clamando, y eras ido"; El noveno es sentirse junto a Dios, agarrarlo y no soltarlo.
Yo veo a la Madre en este noveno grado. Vivir la presencia de Dios, como lo vivió ella, es estar ante una persona extraordinaria, un gran ejemplo de la vida carmelitana, que agradecemos a las Madres que nos lo presenten a nuestra consideración y devoción. Y es un ejemplo de lo que la iglesia espera de las Carmelitas, de estas hermanas que tenemos aquí, en Palma, en la mismísima Rambla.
Que el ejemplo de esta Santa mujer nos haga entender que no estamos solos. Que no somos seres abandonados. Que tenemos un Dios que nos ama y que quiere que le amemos. Y que ese es, realmente, nuestro destino.
Que la Madre Concepción nos ayude a todos nosotros a conseguir esa unión con Dios que será el camino de nuestra salvación.
Que así sea.
Rvdo. Sr. D. Francisco Muñoz, Pbro.
9 de febrero de 2.024