Amigos de la causa Madre Concepción.
AMIGOS DE LA CAUSA DE LA MADRE CONCEPCIÓN.
Se trata de un "voluntariado", en el cual no es necesario ningún requisito, ni pagar nada.
Simplemente los componentes del grupo se comprometen, en la medida de sus posibilidades de tiempo, lugar, etc... en divulgar la figura de la Madre Concepción y, junto a ella, la devoción al Corazón de Jesús; ya que va inseparablemente unida a Él.
El grupo internacional "Amigos de la Madre Concepción" fue fundado por el Ing. Jaime Palacios de México. |
El Grupo está extendido por muchos países: España, Argentina, México, Francia, Italia, Portugal, Chile, Uruguay, Paraguay, Costa Rica, Brasil, USA, Canadá, Líbano, Filipinas, Nicaragua, Polonia, Austria...
Difundir la vida de la Madre Concepción es difundir la devoción al Sgdo. Corazón de Jesús y extender así su Reinado.
La biografía de la Madre Concepción, por decirlo de algún modo, es la fórmula de la consagración al Corazón de Jesús en acto.
Su vida totalmente dedicada al Corazón de Jesús es un ejemplo de santidad para el S. XXI.
Muestra de ello son los testimonios que se están recibiendo de personas que ya habían olvidado su devoción al Corazón de Jesús o su vocación a la santidad y que, gracias a la Madre Concepción, la han vuelto a recobrar con más entusiasmo y fervor.
Asi mismo, personas que no sabían nada acerca de esta devoción, ahora se están volviendo muy devotos a este Divino Corazón gracias a ella.
Si alguien desea más información, se pueden dirigir a: MM. Carmelitas Descalzas de Palma de Mallorca.
CONFERENCIA:
"La Consagración de la Madre Concepción al Sagrado Corazón: un camino de ser inmensamente feliz"
Conferencia impartida, en directo, desde USA por Alphonso López Pinto.
Reproducimos a continuación:
Los rezos de consagración privada han sido una larga tradición.
La dedicación al Sagrado Corazón de Jesús fue acentuada de nuevo por Sainte Marguerite Marie Alacoque siguiendo las instrucciones recibidas durante las apariciones, siendo a la vez obediente a la dirección de su padre espiritual, Claude de la Colombiere.
Ella respondió con un amor consagrado a Jesús quién le pidió que lo amara ya que no era amado mucho. Las palabras que Jesús le revela esta escrito en la autobiografía de Marguerite Marie Alacoque:
"Ce qui m’est beaucoup plus sensible que tout ce que j’ai souffert en ma Passion; d’autant que s’ils me rendaient quelque retour d’amour j’estimerais peu tout ce que j’ai fait pour eux, et voudrais, s’il pouvait, en faire encore davantage; mais ils n’ont que des froideurs et du rebut pour tous mes empressements à leur faire du bien".
La idea de consagrarse dentro de un estado de vida como el matrimonio o la vida religiosa personaliza ese estado para centrarse en un aspecto particular de la vida de Cristo.
Sainte Marguerite Marie Alacoque tenía una vocación religiosa visitadina, pero las particularidades espirituales de su vida religiosa tienen la marca de la consagración al Sagrado Corazón.
Muchas personas están consagradas al Sagrado Corazón y muchas casas exhiben su imagen. Otras personas están consagradas a los varios títulos de la Madre de Dios. Algunas familias son devotas a un título particular de Nuestra Señora como la Virgen del Pilar o la Virgen de Guadalupe; y algunas órdenes incluso han expresado su dedicación en manera particular a la Pasión Dolorosísima de Cristo, formando una parte integral de sus carismas.
Podemos decir que, dentro de su vocación como carmelita, la Madre Concepción hizo todos tomando como su inspiración el Amor procedente del Sagrado Corazón de Jesús, pues, su vida es la espiritualidad encarnada del Sagrado Corazón.
Con su consagración al corazón sagrado el 8-9-1939, la fiesta de la Natividad de la Virgen María, tenemos un mapa de su peregrinación hacia la inmensa felicidad escondida en el Corazón de un Dios quien se ha dado a sí mismo por la redención del mundo en una perfección de amor.
Madre Concepción no compuso esta consagración, pero es su vivencia, una realidad a la cual las Descalzas de Palma de Mallorca ponen importancia.
Pero Madre Concepción la re-escribió muchas veces de su puño y letra como las Descalzas nos han testificado. Las hermanas escriben en “La Carta de Edificacion” su experiencia de viviendo con Madre:
Las palabras que escribe el día de su consagración son su propia autobiografía. Somos testigos de ello. Todo cuanto entonces prometió se lo hemos visto practicar día tras día, momento a momento sin el menor cansancio, sino con un propio convencimiento, alegría y generosidad, que siempre iban en aumento.
Ella nos solía repetir que, “El Amor no se cansa, y si se cansa, no es amor”.
Jamás se cansó la Madre Concepción de amar al Corazón de Jesús, y con El y en El amaba a todos los hombres.
En el Carmelo, las consagraciones son situadas en un contexto de devoción privada. La importancia debe ser puesta sobre la vida religiosa en sí misma, pero las hermanas pueden practicar sus devociones privadas, las cuales ayudarán sus vidas espirituales.
En el Carmelo, las consagraciones privadas están presente en personalidades famosas y recientes de la Orden. En particular, quisiera recordar a Saintes Thérèse de Lisieux y a Elisabeth de la Trinité.
Thérèse interiorizó el espiritu de consagración que la transformó en una víctima del amor de Jesús en reparación por los pecadores, porque ellos son amados por Dios inmensamente. Thérèse de Lisieux nos dice en L’Ofrande de moi-même comme Victime d’Holocauste à l’Amour Miséricordieus du Bon Dieu:
"Après l’exil de la terre, j’espère aller jouir de vous dans la Patrie, mais je ne veux pas amasser de mérites pour le Ciel, je veux travailler pour votre seul Amour, dans l’unique but de vous faire plaisir, de consoler votre Coeur Sacré et de sauver des âmes qui vous aimeront éternellement".
Aunque la consagración de Sainte Thérèse consistía en ser una víctima de reparación, la consagración de Elizabeth era para ser una presa a la Santisima Trinidad, estas dos vidas muestran una ofrenda a Dios quien es Amor. Elizabeth es famosa por su último párrafo donde se describe a sí misma como una “presa” que se consumirá en el amor divino de la Santísima Trinidad.
"O Dieu, mes Trois, Mon Beatitude, infinite solitude, immensité où je me perdre. Je me livrais vous commen un proie. Ensevilissez- vouz en moi, pour que je m’ensevelisse en vous, en attendant d’aller contempler en votre lumière l’abîme des vos grandeurs".
Es, en tal espíritu de consagración, que también la Madre Concepción encontró una felicidad inmensa hasta los últimos momentos de vida. Era su llamada personal de parte de Dios a estar dedicada a Él bajo el título del Sagrado Corazón como la Madre Concepción escribió durante sus Ejercicios Espirituales de 1971:
"Quiero, Dios mío que toda mi vida sea apostolado a lo carmelita oculta en tu Corazón. El Padre ha leído de los Santos Evangelios lo que trata de la crucifixión, luego nos ha dicho que fuéramos a la celda y ante el crucifijo terminásemos la meditación. Yo he leído el Evangelio de S. Juan y me ha emocionado mucho cuando dice: “Tengo sed”; me he imaginado que Jesús me miraba y me decía: “Tengo sed de amor y de almas” y le he prometido hacer lo posible para apagar su sed, pero que tiene que ser Él quien me lo haga cumplir".
Es la misma experiencia de Santa Marguerite Marie Alacoque, la Apostol del Sagrado Corazón.
Si había una pregunta constante durante la vida de la Madre Concepción que encontramos en sus cuadernos, fue la pregunta que ella asiduamente le dirigió a Dios: ¿Qué queréis Señor de mí?
Descubrimos que esta búsqueda estaba presente en ella en 1979, cuarenta años después de su primera consagración la cual hizo el 8 de septiembre de 1939, cuando escribió esas palabras similares a los que Santa Teresa de Avila escribió en su lirica, “Vuestra Soy”:
Vuestra soy para vos nací, que queréis Señor de mi.
Vuestra soy pues me criaste
Vuestra pues me conservaste
Vuestra pues me redemiste
Vuestra pues no me perdí
Que queréis Señor de mi.
La consagración de la Madre Concepción al Corazón de Jesús fue hecha durante un tiempo de gran turbulencia en España. El año 1.939 no estuvo muy distante del año 1.936 cuando muchos religiosos fueron martirizados. En la Orden Carmelita las tres martires de Guadalajara y la Beata María Sagrario de San Aloisio Gonzaga dieron su vida a Dios. Ellas se dieron a sí mismas con la totalidad del amor y la firmeza de la fe bajo circunstancias de persecución violenta.
Otro evento marcó los tiempos tristes de 1.936: en el Cerro de los Ángeles la gran estatua del Sagrado Corazón de Jesús fue ejecutada públicamente por rebeldes comunistas. Esto sucedió a distancia suficientemente cercana que Santa María Maravillas pudo ver y escuchar los tiros. Esa noche ella se mantuvo en vigilia de reparación al Sagrado Corazón que no era suficientemente amado. Ella conoció el hambre por la humanidad que este Corazón tenía, el cual no había sido satisfecho desde los tiempos de Sainte Marguerite Marie Alacoque.
La consagración de la Madre Concepción vino en el momento justo cuando el Corazón de Cristo no era amado suficientemente y de hecho, era despreciado por los hombres. En 1939, en su claustro, su acto de consagración fue profético porque constituyó una reverberación de espiritualidad que resonaría a través de toda su vida.
La consagración de la Madre Concepción abarcaba un acto de reparación por los tiempos de tribulación.
Ella reza a Dios: “quiero hacer lo posible con los sufrimientos para reparar tu honor y gloria divinas”
Ella respondió al amor de Dios en el cual creía y al que experimentaba personalmente. Ella sentía que el Corazón de Dios estaba siendo grandemente ofendido porque ella sabía cuan grandemente Dios la amaba. Había un intercambio personal entre Dios y ella, una relación personal fundada en una vida profunda de oración. Su corazón estaba siendo grandemente sensibilizado hacia las mismas mociones y sentimientos de Cristo. Esto era posible solamente por causa de la alianza entre la Madre Concepción y el Sagrado Corazón.
Madre escribió en su consagración:
"Acepto gustosa este pacto que deseas tan dulce y tan honroso de cuidar Tú de mí, y yo de Tí... aunque me mates en Ti esperaré y de Tí me fiaré... Quiero, Dios mío, olvidarme por complete de mí misma y de todo interés propio y fiarme absolute de Tí, descansando con paz segura y tranquila en tu dulce providencia".
El amor de Madre Concepción por Cristo fue expresado en la importancia que la contemplación tenía en su vida. La contemplación es el lugar donde ella hablaba íntimamente con Cristo y de este modo se escondía en su Persona Divina. Ella escribió sus intenciones al dia del retiro, 4 de abril de 1958:
"Contemplar con frecuencia al infinito que me envuelve por todas partes, perderme en Él y despedir toda suerte de orgullo. Destinar un momento a la mañana y otro a la tarde, para pensar en Él de rodillas, saboreando estas hermosas palabras: “Dios mío y mi todo”.
¿Acaso no tenemos aquí un eco de los sentimientos exactos de Teresa de Ávila “solo Dios basta”?
El deseo de Madre Concepción de fiarse a Cristo y la esperanza que tenía de que Cristo se fiara a sí mismo en ella son simbolizados en estas palabras “cuidar Tú de mí, yo de Ti”.
Estas palabras son similares a la unión nupcial de Dios con la amada en el Cantar de los Cantares, 2, 15, “Mi amado es mío y yo soy suya”.
Los mismos sentimientos del unión mistica con Dios la Madre Teresa describe en la lirica, “Mi Amado para mí:”
Ya todo mi entregué y di
Y de tal suerte he trocado
Que mi Amado para mi
Y yo soy para mi Amado.
Cuando el dulce Cazador
Me tiró y dejó del amor
En los brazos del amor
Mi almo quedó rendida,
Y cobrando nueva vida
De tal manera he trocado
Que mi Amado para mi
Y yo soy para mi Amado.
Hirióme con una flecha
Enherbolada de amor
Y mi alma quedó hecha
Una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
Pues a mi Dios me he entregado,
Y mi Amado para mí
Y yo soy para mi Amado.
Esta es una convivencia espiritual entre el alma y Dios, una donación mutua resultando en un amor profundo en el corazón y un conocimiento personal del Esposo en el entendimiento. Nuestra Madre en la fe, Santa Teresa de Avila escribió en Meditaciones sobre los Cantares, capitulo cuatro, un comentario de la convivencia espiritual:
"Mas cuando este Esposo riquísimo la quiere enriquecer y regalar más, conviértela tanto en Sí, que, como una persona que el gran placer y contento la desmaya, le parece se queda suspendida en aquellos divinos brazos y arrimada a aquel sagrado costado y aquellos pechos divinos. No sabe más de gozar, sustenada con aquella leche divina, que la va criando su Esposo y mejorando para poderla regalar y que merezca cada día más".
Madre Concepción vivió esta vida de amor con Cristo en sus deberes cotidianos, haciendo todo con gran amor, especialmente viviendo su voto de obediencia religiosa a la voluntad de Dios en sus varias penitencias y responsabilidades en el monasterio. En la Carta de Edificación están escritas las siguientes palabras encontradas en su cuaderno:
"Así pues, oh Jesús, vivimos juntos. Las obras realizadas bajo vuestra influencia nos son comunes; son mías, porque yo las he puesto libremente; son vuestras, porque lo todo sobrenatural que contienen pertenece a vuestra gracia. Tomadlas, pues, ya que son vuestras; recibidlas porque también son mías, y unidlas a vuestro gran Cuerpo Místico".
Ella quería hacer solamente aquello que era la voluntad de Dios y se vació a sí misma del derecho a reclamar posesión sobre cualquier cosa que hiciese bien:
"Mi salvación eterna, mi grado de gloria con el Cielo, y de virtud en la tierra, mi progreso espiritual; no quiero en todo esto más que lo que Tú quieras, pues ya mis intereses son tuyos. Mi cuerpo, salud y vida, dame lo que a Ti te agrade y en la forma que sea tu voluntad. Mis obras buenas hechas y por hacer, hasta mi postrer instante, de poco te servirán, pero cuanto valgan, ahí las tienes. Como no son mías ya no dispondré de ellas, sino en los casos de obligación o si en obras que la caridad pide será con la condición expresa de si fueren de tu agrado".
En otra parte de la consagración ella repite sentimientos similares ofreciendo todo—familiares, hermanas y obras—para la gloria y el honor del Señor para hacer su divina voluntad:
"Cuanto por mí ofrecieren en vida o después de muerta. Mis asuntos, familia, oficios, empresas, amigos, obras de celo, etc. Tú sabes mejor que yo lo que conviene para tu gloria y bien mío. Haz como te agradare, aunque veas que me cuesta. En todo esto quiero hacer como si el éxito dependiera de mí sola, pero luego el resultado dejártelo todo a Ti, conociendo que Tú sólo, no mis pobres diligencias, serás quien lo ha de llevar a término".
Podemos estar seguros que el gozo que la Madre Concepción trajo al Carmelo de Palma de Mallorca procedía de un corazón humano unido al corazón de Jesús. La Madre nos revela su amor por el prójimo. En el contexto de su vida, el prójimo significaba no solamente las hermanas al Carmelo, pero la iglesia también. Ella escribió en cuaderno 9 página 28,
“Propongo amar a Dios con todo mi corazón con apasionamiento y al prójimo por Dios con delicadeza como trataría a Cristo.”
En la Carta de Edificación, las hermanas han registrado su amor por el prójimo:
"Amaba a todos, empezando por los más próximos, por su propia comunidad; por su celo llegaba hasta el último confín de la tierra. Rezaba y se sacrificaba e inmolaba por todos y cada uno. Nadie quedaba excluido de su vida de oración y amor en la Iglesia y por la Iglesia a quien tanto amaba, por quién se ofrecía, y por quién pedía todos los días por su santidad. Era muy consciente de su apostolado de alma contemplativa en el mismo corazón de la Iglesia, con si vida escondida con Cristo en Dios".
Esta es un actualizacion de su consagración al Sagrado Corazón. Sus sentimientos interiores se revelan al exterior por su vida santa.
A través de las experiencias registradas por las Descalzas en la Carta de Edificación, podemos afirmar que la Madre Concepción era inmensamente feliz en el ultimo día de su vida. Encontramos en la Carta de Edificación esas palabras:
"Todas notaron que a la Madre Concepción la embargaba una alegría interior indescriptible y profundísima, que se desbordaba en una sonrisa de cielo tan angelical que no podía disimular. Nos dió el abrazo radiante de felicidad. Nos lo había repetido siempre: Esta vida es un cielo, si lo puede haber en la tierra, para la que quiere cumplir sólo la Voluntad de Dios. En queriendo más todo se pierde, pues no lo puede tener".
Como sello de santidad, Madre Concepción dedicó su peregrinación de consagración a la Bienaventurada Virgen:
"Madre mía Inmaculada, aunque indigna hija tuya, vengo a Tí pues sé que en esta ocasión te agradará mi deseo. Quiero ser toda del Corazón de Jesús, pero siendo Tú mi Madre, no quiero dar un solo paso sin Ti. Aquí tienes mi pobre consagración, arréglala como mejor te agradare y después en tus purísimas manos, o mejor si te parece guardada dentro de tu purísimo Corazón, preséntala al Corazón de tu Hijo, y luego, Madre querida, toma a tu cargo el hacérmela cumplir a fin de que eternamente conste que todo lo que por esta vía alcanzare, la gloria, después del Corazón de Jesús se deberá a Tí".
La intercesión de la Virgen ante Cristo tiene un poder incomparable para dirigir nuestras vidas asemejándonos más a la vida de Jesús. Como verdadera Madre que alimenta a sus hijos ella nos nutrirá como nutrió a su Hijo Divino. En la escuela de santidad la Madre de Dios es como una Madre priora.
Dejemos que la Madre Concepción tenga la última palabra sobre el secreto de ser inmensamente feliz.
En la página dos del cuarto cuaderno, durante los ejercicios espirituales de 1979 de los cuales recibió muchas gracias e inspiraciones, ella escribió:
“ser santos es una determinada determinación de hacer siempre y en todo, la voluntad [de Dios]… hacerlo todo cuando Dios lo quiere, como Dios lo quiere y porque Dios lo quiere”. |