Amigos de la Causa. Ferias artesanales.
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FERIAS ARTESANALES.
Las Ferias artesanales 'Ses Tereses' están organizadas por un Grupo de Amigos de la Causa de la M. Concepción.
En ellas se vende artesanía fabricada por las carmelitas: cerámica, muñecas de porcelana carmelita, pulseras Madre Concepción, cocas del carmen... |
La primera Feria Artesanal se realizó el sábado 19 de Junio de 2010 en el patio de la Iglesia de las Carmelitas Descalzas de Palma de Mallorca a beneficio de la Causa de Canonización de la Sierva de Dios Madre Concepción.
Toda la cerámica es gracias a la incondicional colaboración de la ceramista Magdalena Riera que con tanto cariño enseña a las carmelitas.
En el patio de la Iglesia de las Carmelitas Descalzas
C/ Teresas - Rambla de los Duques de Palma
Quedan todos invitados.
FERIA ARTESANAL 29 - 30 JUNIO 2012.
Horario: 10,30h - 13,30h Y 17h - 19,30h
FERIA ARTESANAL 16 JULIO 2012
Horario: 10:00h - 13,30h Y 17:00 h - 20:00h
FERIA ARTESANAL 2010.
celda de barro |
Grupo de vendedoras, devotas de la M. Concepción en la Feria Artesanal 2010 |
La ceramista Magdalena Riera contribuyó, como siempre tan generosamente, con su maestría y sus obras de arte. |
FERIA ARTESANAL NAVIDAD 2011.
Murales de azulejos con relieve de la ceramista Magdalena Riera
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Muñeca de porcelana: 'la Priora' Lleva las dos llaves de Priora y escoba |
Muñeca de porcelana: 'La hortelana' se incluye el pozo de barro
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Muñeca de porcelana: 'La servidora' se incluye la tabla de servir con 4 cuencos
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CARMELITA FELIZ...
... rezando, cosiendo, tañendo la campana, en la huerta, cocinando... |
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Pasos de un proceso de canonización.
EL PROCESO DE BEATIFICACIÓN Y CANONIZACIÓN.
Para proceder a la canonización de un fiel se efectúa un verdadero proceso judicial de los más rigurosos que existen en el mundo.
Por canonización se entiende el acto pontificio por el que el Santo Padre declara que un fiel ha alcanzado la santidad.
El proceso de canonización es uno de los procesos especiales que están regidos por una norma específica. Por la canonización, se autoriza al pueblo cristiano la veneración del nuevo santo de acuerdo con las normas litúrgicas. La canonización actualmente es un acto reservado exclusivamente a la autoridad pontificia. Pero -sin dejar de ser de competencia exclusiva del Pontífice- al acto de la canonización precede un verdadero proceso judicial de los más rigurosos que existen en el mundo. Baste decir que una causa de canonización se desarrolla generalmente durante decenios, y no es extraño encontrar causas que han durado siglos; para llegar a la canonización de un fiel se siguen varios procesos ante diversos tribunales -muchas veces en países distintos- e intervienen diversos organismos de la Santa Sede. Con el paso de los años, hasta llegar a la declaración de canonización, pueden haber intervenido decenas de jueces y oficiales especializados de la Santa Sede que examinan con detalle todos y cada uno de los pasos que se han dado.
El acto de canonización se suele celebrar en una Misa presidida por el Papa, y constituye una de las ceremonias más solemnes de la Iglesia Católica. Hasta fechas muy recientes las canonizaciones se han celebrado siempre en el Vaticano -en la Basílica de San Pedro, o en la plaza de San Pedro si la congregación de fieles es muy numerosa- pero Juan Pablo II ha celebrado varias canonizaciones en sus viajes apostólicos, y en algunos casos la canonización ha supuesto uno de los acontecimientos más importantes en la memoria colectiva de una nación: así ocurrió con la canonización del Hermano Pedro (San Pedro de Bethencour) en Guatemala, o la de San Juan Diego en México.
El canon 1403 declara que el proceso que se sigue en las causas de canonización se rige por una ley especial:
Canon 1403 § 1: Las causas de canonización de los Siervos de Dios se rigen por una ley pontificia peculiar.
El procedimiento que se debe seguir en las causas de canonización está recogido actualmente en la Constitución Apostólica Divinus perfectionis Magister, de 25 de enero de 1983 (AAS 75 (1983) 349-355) y en las Normae servandae in inquisitionibus ab episcopis faciendis in causis sanctorum promulgadas por la Congregación para las Causas de los Santos el 7 de febrero de 1983 (AAS 75 (1983) 396-403). Estas normas modifican y actualizan lo relativo a las causas de canonización, normas que recogen a veces experiencias muy antiguas.
En una causa de canonización de un fiel, se desarrollan varios procesos. En primer lugar, se debe proceder a la beatificación, que a su vez -normalmente- requiere dos procesos, uno de virtudes heroicas y otro por el que se declarar probado que Dios ha obrado un milagro por intercesión del fiel que se pretende beatificar. Una vez beatificado, para proceder a la canonización se debe declarar probado un nuevo milagro por intercesión del beato.
A continuación se describe el proceso de beatificación y canonización.
1.- Fase previa al proceso de beatificación.
La Iglesia pide que se introduzcan causas de beatificación de fieles que hayan fallecido con fama de santidad, y que ésta sea constante y difundida en diversos lugares. Por ello, para introducir una causa de beatificación se exige que transcurra un plazo. El derecho exige actualmente que haya transcurrido un plazo de cinco años desde la muerte del fiel, y que no hayan pasado cincuenta años. Anteriormente el plazo era de más de cincuenta años; la legislación actual ha decidido reducir el plazo para evitar la desaparición de pruebas. En este tiempo, y hasta que se proceda a su beatificación, la Iglesia prohibe que bajo cualquier aspecto se dé siquiera la apariencia de culto público al fiel que ha muerto con fama de santidad.
Quienes deseen promover la beatificación de un fiel, pueden editar y distribuir estampas, hojas informativas y otros impresos en las que se contengan oraciones al fiel, pero en ellos debe constar la finalidad de la devoción privada de dicho material impreso.
La espera de cinco años o más, sin embargo, puede ser muy fructífera. Los promotores de una causa de beatificación pueden aprovechar estos años para recoger testimonios de personas que conozcan la vida del candidato a santo, así como para redactar una biografía de exquisito rigor histórico y con buen aparato crítico y cuidada documentación, que eventualmente pueda servir para presentarla en los procesos competentes. Además será muy útil que difundan la devoción privada al fiel cuya canonización desean promover. Se suele hacer mediante la difusión de estampas u hojas informativas, y actualmente se incorporan nuevos medios: documentales y vídeos, páginas web, etc. También se pueden editar libros y folletos, como la biografía que se ha preparado para el proceso, u otras más sencillas para la divulgación, con tal de que sean rigurosamente históricas.
2.- Fase diocesana del proceso de beatificación.
Existen dos vías para la beatificación:
se puede introducir un proceso de beatificación por virtudes heroicas, o bien puede incoarse un proceso de martirio.
Los recorridos procesales, en ambos casos, son distintos:
- El proceso de beatificación por la vía de virtudes heroicas tiene como finalidad la declaración de que el fiel vivió las virtudes cristianas en grado heroico. Al introducir el proceso, se establece la duda procesal de si el fiel vivió las virtudes cristianas en grado heroico.
- Mientras que, si el proceso se desarrolla por la vía de martirio, la duda sobre la que se establece el proceso es si el fiel sufrió martirio por su fe.
En todo proceso -y también en el de beatificación y de canonización- hay un actor, que es quien asume la responsabilidad de impulsar el proceso hasta terminarlo. Puede ser actor del proceso de beatificación cualquier persona, física o jurídica, aunque en estos procesos, dados los grandes plazos de tiempo que se requieren, lo normal es que sea una persona jurídica: una diócesis, la familia religiosa a la que pertenecía el fiel, etc. En algunos casos se han constituido Asociaciones con el fin de promover la beatificación y canonización de una persona que han sido quienes se han personado como actores. Quien desee promover una canonización, ha de tener en cuenta que es una tarea que excede a una sola persona, por los plazos de tiempo que requiere y por el trabajo que exige.
El actor, además, debe nombrar un postulador de la causa. El postulador tiene la función de representar al actor en la causa: es él quien de hecho se encarga de impulsar la causa. Según las Normae servandae, promulgadas por la Congregación para las Causas de los Santos, el Postulador debe residir en Roma en el momento en que la causa se lleve a la Congregación. Pueden ser Postuladores sacerdotes, miembros de Institutos de Vida Consagrada o laicos, peritos en historia, teología y derecho canónico y expertos en la práctica de la Congregación. Se pueden nombrar Vicepostuladores, que ejercen sus funciones en las diversas partes del mundo como delegados del Postulador.
El tribunal competente para iniciar la causa de beatificación es el del lugar en que ha fallecido el fiel (Normae, 5a). El postulador debe presentar una biografía del fiel, todos los escritos del fiel -publicados e inéditos, como cartas, notas de conciencia, etc.- y una lista de personas que puedan testificar sobre la vida del fiel. También debe explicar las razones que avalan la petición: difusión de la devoción privada, atribución de favores por su intercesión, etc.
Desde el momento de la introducción de la causa, al fiel cuya canonización se pretende se le llama "siervo de Dios". El hecho de que un fiel sea siervo de Dios no prejuzga de ningún modo su santidad; es más, se pueden ofrecer sufragios (Misas de difuntos y oraciones) por su alma.
Una vez introducida la causa por el actor, el Obispo designa censores teólogos que examinen los escritos del siervo de Dios para certificar que no contienen ninguna doctrina contraria a la fe y a las buenas costumbres.
Una vez examinados los escritos, y si el examen es negativo (no hay nada contrario a la fe y las buenas costumbres), el Obispo debe tomar la decisión de abrir o no el proceso.
De todas maneras, si urge tomar declaraciones a los testigos para que no se pierdan pruebas, se puede seguir adelante sin esperar a que los censores emitan su dictamen. Esto es importante en las causas de siervos de Dios que tienen muchos escritos.
La decisión de Obispo debe tener en cuenta el bien de la Iglesia universal, para lo cual le puede ayudar conocer la fama de santidad del siervo de Dios y la difusión de su devoción.
Si decide que la causa de beatificación se inicie, promulga un decreto por el que constituye un tribunal, nombrando al menos un juez y un promotor de justicia. El promotor de justicia tiene la función de buscar la verdad del caso: a veces se le ha designado “el abogado del diablo”, porque en otras épocas no buscaba la verdad, sino que su función era poner dificultades. Muchas veces participa también en el tribunal un secretario-notario. En el decreto el Obispo ordena también la recogida de pruebas y de testimonios.
El objetivo del proceso es establecer si el siervo de Dios vivió en grado heroico las virtudes cristianas y su fama de santidad; para ello se examina la vida del siervo de Dios, y se intenta averiguar, por los hechos de su vida, el modo de vivir las virtudes. Nótese que importan poco los hechos extraordinarios que puede haber habido en la vida de un siervo de Dios: una causa en las que el postulador aporte sólo hechos extraordinarios, y no aporte pruebas del modo en que el siervo de Dios vivió las virtudes, difícilmente prosperará. Existe la práctica de considerar que se han vivido las virtudes heroicas, si el siervo de Dios luchó por vivirlas al menos los últimos cinco últimos años de su vida. Este criterio se ha flexibilizado recientemente en las causas de niños.
Naturalmente, lo dicho vale para las causas por virtudes heroicas: si la causa es de martirio, se centrará en el momento de la muerte del siervo de Dios, pues se trata de demostrar que murió por odio a la fe. No importarán, por lo tanto, el modo de vivir las virtudes heroicas. Las pruebas que se han de aportar se referirán, por lo tanto, al momento de su muerte.
Una vez constituido el tribunal, en él se interrogan a los testigos, los cuales preferiblemente deben ser de visu (de vista); si no existen, o alguno aporta datos importantes, se pueden proponer testigos ex auditu (de oído). Se deben proponer un número notable de testigos que no pertenezcan al mismo instituto de vida consagrada del siervo de Dios, si es el caso, y también a personas contrarias a la causa.
Una vez terminada la fase probatoria, se redacta un documento en el que se examinan los datos recogidos (la llamada positio) y se envían todas las actas a la Congregación para las Causas de los Santos.
3.- Fase romana del proceso de beatificación.
En la Santa Sede es competente la Congregación para las Causas de los Santos.
Detro de la Congregación existe un Colegio de Relatores. Su función es recibir las causas que llegan e impulsarlas de acuerdo con las normas de la Congregación y con el máximo rigor.
Una vez recibida la causa, se asigna a uno de los Relatores, el cual preparara las ponencias sobre las virtudes o sobre el martirio del Siervo de Dios. Esta tarea se suele prolongar durante muchos años, pues depende ante todo de la importancia de las causas; y la importancia la determina principalmente la fama de santidad. Por eso si el postulador quiere impulsar un causa, puede recoger relatos de favores atribuidos a la intercesión del siervo de Dios, si es posible con documentación que avalen el milagro como informes médicos, declaraciones juradas, etc. También son útiles otros documentos que avalen la fama de santidad, como cartas que escriben los fieles. Otro hecho que impulsa la causa es que se haya iniciado ya el proceso de un presunto milagro.
La ponencia sobre las virtudes o sobre el martirio se presenta a la Comisión de Teólogos, los cuales emiten su voto.
Si éste es favorable, se entrega a los Cardenales y Obispos miembros de la Congregación.
Si su voto también es favorable, se presenta al Santo Padre la propuesta de aprobación del decreto de virtudes heroicas del siervo de Dios.
Una vez aprobado, el siervo de Dios recibe el título de Venerable. Las normas litúrgicas no permiten dar ningún culto a los siervos de Dios declarados Venerables, pero desde el momento de su declaración han de cesar los sufragios por su alma, puesto que la Santa Sede ha juzgado que ha vivido en grado heroico las virtudes cristianas.
Si la causa de beatificación se sigue por vía de martirio, no se procede a la declaración de Venerable. Como se sabe, para la beatificación de los mártires no es necesario el proceso del milagro. Una vez aprobada la ponencia por las dos grupos -Comisión de Teólogos y Congregación de Cardenales y Obispos- se presenta al Santo Padre, el cual, si lo estima conveniente, procederá a promulgar el decreto por el que se aprueba el martirio del siervo de Dios, y ordenará su beatificación.
4.- El proceso del milagro.
Es competencia del Obispo del lugar en que haya ocurrido la investigación del milagro que se atribuye a la intercesión de un Siervo de Dios.
Se considera milagro, a estos efectos, un hecho que no es explicable por causa naturales, y que se atribuye a la intercesión de un siervo de Dios. La mayoría de los milagros son de naturaleza médica, pero es posible investigar milagros de otro tipo.
En cualquier caso, el milagro debe ser físico: "la práctica ininterrumpida de la Iglesia establece la necesidad de un milagro físico, pues no basta un milagro moral", según recordó Benedicto XVI en el Mensaje al prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Así, un milagro no médico que ha valido para una beatificación ha sido una multiplicación de arroz: a modo semejante a la multiplicación de los panes y los peces, una gran multitud pudo comer con el contenido de un poco de arroz. El hecho ocurrió el 25 de enero de 1949 en Olivenza (Badajoz, España) por intercesión de San Juan Macías, y de tres tazas de arroz echados en una olla salieron bastantes ollas de arroz hervido. Fueron testigos todos los habitantes del pueblo. El milagro sirvió para la canonización del santo.
Al igual que en el proceso de virtudes heroicas, el postulador iniciará el proceso en el tribunal competente y propondrá las pruebas pertinentes. En el caso de milagros médicos, son útiles las pruebas médicas anteriores a la curación y posteriores, así como el testimonio de los médicos. No se debe olvidar demostrar que la curación fue por intercesión del siervo de Dios: deberá testificar, por lo tanto, la persona que haya pedido el favor al siervo de Dios (que puede ser el beneficiado por el milagro, u otra persona).
Sólo serán relevantes los milagros que bajo ningún aspecto pueda ser explicable por causas naturales. En el caso de las curaciones, por ejemplo, se debe descartar una curación por causas médicas que aún no se explican, pero quizá algún día se conocerán. El postulador deberá buscar asesoramiento de un buen médico con recto criterio antes de iniciar el proceso.
Al igual que en el proceso ordinario, se redacta una positio y se envían las actas a la Congregación para las Causas de los Santos. En este caso, sin embargo, no se interviene un relator. Los milagros atribuidos se estudian en una Comisión de peritos (que será de médicos, si el favor es una curación), después en un Congreso especial de los teólogos, y por fin en la Congregación de los padres cardenales y obispos. Si los informes de los tres grupos es favorable, se presenta al Papa, que es quien tiene la competencia de determinar lo que sea conveniente.
Si el Santo Padre lo estima conveniente, emite un decreto por el que se aprueba el milagro y se ordena la beatificación. Tanto en este caso, como si la beatificación es de un mártir, la fecha de la beatificación se decidirá más adelante en un Consistorio de Cardenales.
Para la beatificación, el Papa suele designar un Cardenal que la realice en su nombre. Desde el Año Santo de 1975, Pablo VI comenzó a realizar personalmente las beatificaciones, costumbre que continuó Juan Pablo II. Benedicto XVI ha retomado la norma de delegar a Cardenales la beatificación de los siervos de Dios.
El 29 de septiembre de 2005, la Congregación para las Causas de los Santos emitió un comunicado en el que indica que la beatificación, siendo un acto pontificio, será realizada por un Cardenal en nombre del Santo Padre, que normalmente será el Prefecto de la misma Congregación. De acuerdo con estas normas, el rito tiene lugar en la diócesis que ha promovido la beatificación o en otro lugar considerado idóneo, aunque a petición de los Obispos puede ser en Roma. La beatificación se celebra dentro de la celebración eucarística.
5.- La canonización.
Una vez beatificado el siervo de Dios, para llegar a la canonización se debe hacer un nuevo proceso.
El proceso de canonización es similar para los beatos mártires y los beatos por vía de virtudes heróicas.
En la canonización se espera a la intervención de Dios: es decir, lo que se debe probar es que ha habido un milagro atribuible a la intercesión del beato. Por lo tanto, se requiere un milagro para proceder a la canonización de un beato. El milagro debe ser posterior a la beatificación. Si se da un hecho extraordinario que puede ser milagro, se procede de modo similar al milagro anterior a la beatificación: se inicia un proceso de milagro, que es similar al proceso del milagro para la beatificación. Vale por lo tanto todo lo dicho en su lugar. Una vez terminado el proceso en el que se prueba que ha habido un milagro, el Santo Padre -si lo estima procedente- promulgará el decreto por el que se ordena la canonización, y la fecha se decide en un Consistorio de Cardenales.
Por lo tanto, para proceder a la canonización de un siervo de Dios, se ha debido probar en juicio que ha habido dos milagros. Sin embargo, si el proceso es por vía de martirio, se debe probar sólo un milagro.
Fuente: Catholic.net
Homilia Apertura
HOMILÍA EN LA INTRODUCCIÓN DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN DE LA MADRE MARÍA DE LA CONCEPCIÓN DE SAN JAIME Y SANTA TERESA.
CARMELITA DESCALZA (MARIA DE LA CONCEPCIÓ D’OLEZA I GUAL DE TORRELLA)
Monasterio de Santa Teresa de Jesús (Palma), 21 de diciembre de 200.
Queridas hermanas carmelitas, presbíteros concelebrantes y hermanos todos:
A pocos días de la gran solemnidad de la Natividad del Señor, del nacimiento temporal y carnal de María virgen, esposa de José “hijo de David”, del que nace eternamente del Padre, contemplamos en el evangelio de hoy, como este año en el cuarto domingo de Adviento, el misterio de la Visitación. ¡Cuántas cosas nos dice este misterio que podemos considerar! La primera lectura, del Cantar de los cantares, nos ayuda. “El amado viene caminando por la montaña”, como en una profecía de la primera visita de Jesús,aún en el seno de María, a la montaña de Judea y en la primera liberación que realiza del pecado con la justificación de Juan, de quien ha de ser su Precursor, y el conocimiento de la salvación que trae a toda aquella casa yfamilia del resto de Israel que esperaba con fe sencilla y profunda y conpiedad sincera al Mesías, laBuena Nueva, el cumplimiento de las promesas de Dios.
Pero, como nos enseña todo el tiempo de Adviento, las venidas del Señor son múltiples: la histórica de la Encarnación, la escatológica de la consumación del tiempo, la intermedia de la muerte personal, la de cada día y cada momento cuando quiere venir a nuestra alma, a visitarnos con sus gracias, a habitar en ellas con su Espíritu, a permanecer en ellas tal como es, en la Trinidad gloriosa. Así lo recordaba una de las santas hermanasde nuestras monjas, Isabel de la Trinidad, una de las grandes lumbreras del Carmelo Teresiano del siglo XX, tan fecundo en santidad, erudición celestial y humana, púrpura martirial, celo fundador y evangelizador, como lo prueban entre otras y solo a modo de ejemplo, aparte de la que hemos nombrado, Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Sthein) y María Maravillas de Jesús (Pidal y Chico de Guzmán). Todas ellas, empero, nacidas aún en el siglo XIX.
Precisamente un año antes de la muerte, en plena juventud,de Isabel de la Trinidad, nacía de dos de los linajes mallorquines más significativos, la que había de ser priora durante largos años en diversos trienios de este monasterio en que nos encontramos y que se acerca ya al cuarto centenario de “alabanza de gloria” nunca interrumpida.
Maria, la primogénita de aquel matrimonio, lo tenía todo para una vida cómoda y sin apenas preocupaciones en el orden material. Además,la habilidad para la pintura y singularísimamente para el retrato de rostros,hacía de ella una joven sensible y culta, con curiosidad intelectual a la que acompañaba una disposición vital para el ejercicio físico y el deporte.
Pero vino el Esposo del Cántico. El mismo que cantó su Padre San Juan de la Cruz. Ila pidió y la cautivó más que todas aquellas otras bellezas del mundo. Y le dijo que sí, generosamente, sin lamentarse de lo que dejaba. Y aquí encontró a su Rey y su palacio por setenta largos años, entregada del todo a la voluntad de Déu. Aquí realizó la Subida al Monte Carmelo que tan bien describió el Padre San Juan de la Cruz, hasta que aquella noche de febrero de 1999 pronunció las últimas palabras con la lengua de la vida presente cuando quiso regresar a la tarima y le fallaron las fuerzas: “¡He de subir!”. Y ya no subió a la tarima para retomar el sueño, como parecía, sino que, piadosamente podemos creerlo, subía a la cima del Carmelo, por el que había caminado toda su vida religiosa, siempre ascendente.
Lo hemos visto cuando las hermanas que con ella convivieron encontraron sus notas personales y compusieron la “carta de edificación” que nos admira. Y ella, tan discreta que era la reserva personificada –aseguran quienes la conocieron personalmente–, ha admirado a muchas comunidades de carmelitas del mundo y a otras personas a las que llegaban sus noticias y que,sin tener de ella otras referencias, creían también piadosamente que había entrado en las bodas eternas, en la bodega definitiva del Amado, y veían en ella un sentido especial para sus propias vidas.
Así hemos llegado al día de hoy en que, después de la celebración de la Eucaristía, constituiremos el tribunal para comenzar su causa de canonización.Si Dios quiere, que pueda unirse, ella que vivió casi todo el siglo XX, a las grandes carmelitas del siglo pasado desde el silencio del monasterio que edificó con su conducta y guió prudentemente en las vicisitudes más diversas dela Iglesia y del mundo.
Mis hermanas carmelitas y hermanos todos, el Esposo, el Señor, nos visita cada día, recordamos en este tiempo de Adviento. Por doquier deja señales de su paso, “vistiéndolo todo con su hermosura”, y no tan solo en la naturaleza, si no, y sobre todo, en las maravillas que obra en las almas, verdadera motivación del doctor místico Juan de la Cruz en el Cántico espiritual y en sus comentarios: cómo Dios quiere renovar el mundo y a los hombres que en él habitan, su imagen y complacencia, más que toda la naturaleza, y que es lo quele da la belleza completa, plena. La madre Concepción,aparte de lo que dirá de ella el juicio definitivo de la Iglesia, que de ninguna manera queremos prevenir, y las vocaciones contemplativas, nos enseñan desde ahora a responder con generosidad a esta llamada en cualquier ambiente en que tenga lugar, valiéndose de cualquier circunstancia, agradable o dolorosa, de nuestra vida. “Que bien sé yo la fonte que mana y corre, aunque es de noche”, confesaba el Padre Juan de la Cruz y debemos confesarlo nosotros si queremos reconocer la misericordia del Señor en nuestras vidas, siempre a nuestro lado, aunque no lo veamos, aunque podamos quejarnos incluso amorosamente como la Santa Madre Teresa o el Padre Elías y los demás profetas. Porque sabemos que, para Dios, como dice el salmista: “La noche es clara como el día.”
Hermanas y hermanos, ahora que el día se ha hecho breve y contemplamos “el sol que viene de lo alto”: el Hijo de Dios, que ha dejado “el vestido de su omnipotencia para tomar el hábito de nuestra pobreza”, aprendamos a ser generosos con Él y no le neguemos nunca nada. Él estará siempre a nuestro lado y no nos pedirá nada queno nos dé al mismo tiempo fuerzas para llevarlo a cabo. Será suficiente por nuestra parte con una “determinada determinación”.
Pidámos la por la intercesión de los que hemos citado, santos conocidos, santos admirados,a Aquel que es “el ser que no se acaba” y que quiere unirse a nuestra contingencia y hasta a nuestra miseria por su misericordia infinita, por su Encarnación y vida mortal, pasión y resurrección. Y que se nos ofrece en el misterio de la Eucaristía que vamos a celebrar. Unidos a Él, dándole gracias por el don de la santidad, elevemos al Padre nuestra alabanza, movidos por el Espíritu que clama en nosotros: “A Él por siempre el honor y la gloria.” Así sea.
Excmo y Rvdmo. Sr. Dr. D. Jesús Murgui Soriano,
Obispo de Mallorca.
Primeros pasos de la Causa.
PRIMEROS PASOS DE LA CAUSA.
La Madre Concepción falleció la madrugada del 7 de Febrero de 1999 a las 2:15h.
La monja que con ella pernoctaba, juntamente con la hermana de menor edad del monasterio, apenas fallecida y antes de amortajarla, le cortaron un mechón de su flequillo por la gran veneración que le profesaban.
Dos HH. de la comunidad percibieron durante la noche por separado -cada una en su celda- y sin sospechar que la Madre muriese, -nadie lo sospechaba- un sonido de campanillas o de tablillas metálicas, que les despertó a ambas y no acertaron a explicarse a qué se debía aquel misterioso sonido tan dulce y desconocido. Era algo como que 'iba pasando' por los corredores. Cuando al día siguiente vieron a la M. Concepción muerta se acordaron de aquel sonido misterioso que les despertó la noche anterior. Pareciéndoles como si ella se hubiese querido despedir de ellas.
A otra Hermana, al verla expuesta en el coro bajo, se le 'abrieron los ojos' y experimentó como un 'vértigo interior', al ver su altísima pureza y virtud y comprender la gran gloria de la Madre.
Antes de proceder a su entierro, D. Vicente de Paúl Vidal Arcas, de CLAUNE ('Claustros Necesitados'), -el encargado de los trámites para dar sepultura a las monjas de clausura de Mallorca- habiéndose cuidado de varias decenas de ellas, se da cuenta de que tiene delante un caso único. Le impresiona grandemente el que los fieles daban objetos para que se tocasen al cuerpo de la difunta. Una monja le dice que, son muchas las monjas que ha enterrado hasta entonces, pero que sepa que 'está enterrando una santa'. Se impresionó vivamente y se encomendó a ella e instantáneamente quedó curado de sus dolores que le habían acosado toda la vida, desde pequeño.
En vista de ello, D. Vicente le cortó un trozo de capa, el primero.
A continuación las monjas y familiares que estaban en la cripta del cementerio hicieron lo mismo y le cortaron un buen trozo de escapulario.
La caja -muy labrada, poco austera- era demasiado grande para el nicho preparado. Se procedió a traer otra muy pobre y deteriorada. Apenas puesta en ella, varios de los asistentes percibieron en el rostro de la que llevaba 42 horas difunta un preciosa sonrisa, llena de paz, que inspiraba una gran felicidad estar con ella.
Al día siguiente una señora llamó al torno. 'Quiere visitar su tumba', -cosa que no pudo hacer, por hallarse en clausura- 'Es que quiere agradecer una gracia muy notable que atribuye a su intercesión'.
La comunidad al enviar al día siguiente la nota de defunción a los Carmelos hizo constar estas siete palabras: 'vivió y murió en olor de santidad'.
Días después, una monja percibió, desde el ventanuco de la cripta del cementerio, un fuerte 'perfume de violeta', y sintió que la M. Concepción le concedía una gracia que le había pedido en vida. En el cementerio no había violeta alguna ni ninguna otra flor.
NOTA QUE SE REDACTÓ PARA EL BOLETÍN DEL OBISPADO DE MALLORCA. Marzo 1.999.
(Se publicó en el BOLETIN CLAUNE y se envío también a alguno Prelados de la Iglesia.)
MADRE Mª CONCEPCIÓN DE SAN JAIME Y SANTA TERESA
(De Oleza Gual de Torrella)
Carmelita Descalza. Palma de Mallorca.
(Desde su Fundación en 1617 es la que más tiempo ha sido Priora del Monasterio).
Falleció el 7 de Febrero de 1999 a los casi 94 años de edad y 70 de vida religiosa. Una Madre comprensiva para todos. Fue para la Comunidad, con la gracia de Dios y esfuerzo creciente, un dechado de observancia regular y modelo de todas las virtudes que, brotaban en ella -como connaturales- de su acendrada humildad de corazón y olvido heroico de sí misma. Su caridad fue tal como leemos en (1Cor. 4-7). Vivió y murió en olor de santidad. Todo trabajo le parecía poco a cambio de conocer, amar, y glorificar más a Dios por toda la eternidad.
Tenía su voluntad completamente unida a la Divina y su paz, igualdad de ánimo y entereza eran siempre constantes. De temple, mortificación, fortaleza y aguante increíbles. Toda la vida tuvo grandes deseos y esperanza de martirio. Con ser su vida tan heroica y perfecta se sentía ‘sierva inútil y sin provecho’ y no descansaba en sus obras, sino en los méritos infinitos de Cristo, a los que unía todo cuanto hacía. Su jaculatoria milagrosa de todas horas: ‘Corazón de Jesús, en Vos confío’. Le pedía salvar un alma por cada latido de su corazón, y constantemente ardía y crecía en Su Amor. El Corazón de Jesús todo se lo solucionaba. La plena confianza y abandono en ese Corazón divino y en Su Misericordia fue su vida, su secreto, su paz, su inmutabilidad, su mensaje para todos.
Todo cuanto nos decía o enseñaba lo vivía ella en plenitud. Nos repetía con mucha frecuencia las palabras de Ntro. S. P. Juan de la Cruz: “Cuando el alma se determina de veras a querer hallar y llevar trabajo en todas las cosas por Dios, en todas ellas hallará grande alivio y suavidad para andar este camino, así desnudo de todo, sin querer nada”. Sí, porque ella buscaba y quería hallar trabajo en todo por Dios, la vida religiosa se le hizo en extremo suave y dulce. Fue muy feliz siempre; y decía que “si mil vidas tuviese, otras mil volvería a entrar en el claustro, pero más joven” (Entró a los 23 años).
Nos repetía mucho: “La igualdad de ánimo en la contradicción, eleva el alma a gran perfección”.
Y también. “Nos hemos de alegrar de que piensen bajamente de nosotros” .
Y nos hacía ver todas las cosas como queridas o permitidas por Dios para nuestro bien. Ver la mano de Dios en todo cuanto acontecía, sin querer reparar en causas segundas.
Con pertenecer a una de las familias más aristócratas de nuestra ciudad, vivía y se contentaba de todo corazón con la mayor pobreza, usando lo que parecía inservible y dejando siempre para las demás lo mejor, pues ella decía que “no lo necesitaba”. Con haber sido 21 años Priora, y muchos Maestra de novicias, era todo un ejemplo de humildad, sumisión, respeto y obediencia, aunque la Priora fuese la más joven o las que habían sido sus propias novicias.
Creemos que, como S. Pedro de Alcántara dirá desde el cielo: “¡Bendita penitencia que tanta gloria me ha proporcionado!”.
Ntra. Santa Madre nos legó al morir: “Hijas mías y señoras mías, por amor de Dios las pido que tengan gran cuenta en la guarda de la Regla y de las constituciones que, si las guardan con la puntualidad que deben, no han menester de otro milagro para ser canonizadas”. Este nos parece el caso de nuestra queridísima Madre Concepción. Varias personas nos comunican favores recibidos, atribuidos a su intercesión y nos piden algún retazo de su escapulario o algo que le haya pertenecido para encomendarse a ella.
Nos recordaba, una y otra vez, un punto de las Constituciones: que nuestro primero y principal deber, la esencia misma de nuestra vocación de Carmelitas Descalzas y nuestro apostolado único y exclusivo es la contemplación de los divinos misterios y la unión íntima y asidua con Dios en la oración. Y que de aquí nos vendrán y vendrán para toda la Iglesia los mayores bienes.
GESTIÓN IMPORTANTE Y DECISIVA.
La M. Priora Mª Rosa del N. Jesús y San José, quiso asesorarse con el gran postulador de la Orden del Carmen, P. Simeón de la Sda. Familia, o.c.d que llevó más de cien Causas adelante, de su Orden y de otras.
El Padre Simeón se desplazó desde su residencia de Burgosdon y nos visitó durante unos días en Mallorca.
Se desplazó para conocer y visitar a la familia de la Madre Concepción, su casa en Palma, el predio de Son Seguí... Habló con muchas personas, de dentro y de fuera de la clausura. Leyó sus escritos. Vio cosas de uso de la Madre: como el hábito, alpargatas...etc.
Se emocionó.
Reunió la comunidad y les responsabilizó sobre el casotan único.
Cuando el P. Simeón de la Sgda. Familia, O.C.D. –25 años Postulador de la Orden y de otras Ordenes y Congregaciones- recibió el dicho folio exclamó:
“Esto huele a santa”.
Y nos dijo personalmente:
“Si lo que han escrito aquí es verdad, esta monja es una santa”.
P. Simeón de la Sda Familia, O.C.D. |
PALABRAS DEL PADRE SIMEÓN DE LA SDA. FAMILIA, o.c.d.
Habiendo ejercido en Roma durante 25 años el oficio de Postulador General de mi Orden, sucede que de vez en cuando diferentes personas o asociaciones -diócesis, familias religiosas, sacerdotes, postuladores o vicepostuladores de diversas causas de beatificación y canonización- me llaman por teléfono, me escriben o me piden que personalmente vaya a verlos para consultarme y poder informales sobre asuntos relativos a esa materia, como la introducción de una Causa, los varios pasos que hay que dar y los documentos que hay que preparar para conseguirla, así como los trámites que hay que seguir en la celebración de diferentes procesos de virtudes y de milagros. Esperan que el fruto de tantos años de experiencia mía en ese campo y el conocimiento de la “praxis” romana les pueda ayudar.
Entre los que me consultaron sobre este asunto, después de haber transcurrido 51 años en Roma, en 1999 destinado por mis superiores a esta casa “Imprenta- Editorial Monte Carmelo” de Burgos, fueron las Carmelitas Descalzas de Palma de Mallorca.
Me enviaron un folio en el que sintetizaban la figura de la Madre María Concepción de San Jaime y Santa Teresa, que acababa de fallecer en su monasterio, el día 7 de febrero de aquel mismo año 1999 en concepto, como les parecía, de santidad, y me pedían mi opinión personal: si era el caso de empezar un Proceso.
Leí aquel folio y me dije: "Esto huele a santa", limitándome a contestarles: "si lo que han escrito aquí es cierto, esta monja es una santa".
Me pidieron también les informase sobre cómo podrían proceder para una posible y futura petición de introducción de la Causa.
Del 4 al 7 de Junio –a los 4 meses exactos de su fallecimiento- volé a Mallorca para conocer ‘in situ’ todo lo concerniente a la dicha Madre. Durante los cuatro días que estuve en la isla, pude escuchar todas las informaciones que me dieron sobre la Madre Mª de la Concepción, visité su casa natal en la ciudad y un predio; me quedé maravillado ... tantos salones... Dios mío... qué palacio... y en el monasterio con cuánta pobreza y humildad supo vivir.
Pude leer y ponderar los numerosos testimonios que tenían recogidos de otras personas, examinar sus escritos y hablar con diversas personas que la habían conocido dentro y fuera del monasterio. No he visto una Madre tan decidida como esta. Realmente por lo que leí tiene muchísimas virtudes. Yo creo, estoy convencido, particularmente con lo que he leído, visto, oído, era un alma de virtudes heroicas, pero ‘heroicas de verdad’, porque heroicos, un rato, todos lo somos alguna vez. Algún momento.
Saqué entonces una buena impresión de esta Madre, creyendo que existía una auténtica y real fama de santidad y me parecía que había un serio y suficiente fundamento para, cuando llegase el tiempo y se terminasen todos los trabajos preparatorios, poder solicitar a la autoridad competente la Introducción de la Causa y la instrucción del Proceso o “Investigación” diocesana, como ahora prefieren llamarla (‘Inquisitio dioecesana’).
Reuní la comunidad en el locutorio y les dije que estaba emocionado y cada vez más convencido de que realmente me hallaba ante un caso excepcional de santidad, y el primer fruto de ello lo sentía yo. Los santos sirven para animarnos, y a mí me ha movido, me ha penetrado, fruto de que viene de Dios. Procuré que tomasen conciencia del caso diciéndoles que tenían que dar gracias a Dios. Es un tesoro que Dios ha puesto en esa casa y que ahora está saliendo a flote. Este olor de santidad es un olor muy misterioso, encerrada en cuatro paredes y apenas muerta: por todo el mundo se esparce el olor y toda la gente huele: aquí hay una santa.
Las monjas no parpadeaban.
Les seguí diciendo: "Y no vivió 24 años, sino que ¡vivió 93!" 40, 50, 60, 70 años siempre lo mismo, con salud y enfermedad, con unas monjas y con otras, Priora y no Priora, frío y calor. No vino al convento para tomar algo, sino para dejarlo todo, para entregarlo todo, para olvidarlo todo. Realmente es una cosa muy grandiosa. Tenía la humildad en grado elevadísimo. No se buscaba a sí misma. Se ve claramente que no buscaba su comodidad, y cuando tenía sufrimientos, no los decía, “todo le iba bien”.
Mucho equilibrio: en la vida conventual, en la vida de familia de casa, en la vida de oración, en el trabajo, en las opiniones. Ella sabía a cada momento lo que debía hacerse para mayor gloria de Dios y provecho de la Iglesia. Las monjas gozaban a su alrededor de una grandísima confianza, estaban tranquilas a su sombra: serenidad y tranquilidad.
Vida interior tan grande y llevaba verdadera vida contemplativa. Sdo. Corazón de Jesús; el amor a Dios; Smo. Sacramento; la liturgia. Cómo vivía la Providencia. Participando en todo en la vida de comunidad. Siendo un ejemplo perfecto en ella. Predicaba, primero, con el ejemplo y, luego, con las palabras. Toda entregada por Dios, por las almas, por la Iglesia, por los sacerdotes, por los pecadores. Según la mejor teología que hemos aprendido.
Les dije que creía, en conclusión, que realmente tiene todos los carismas para que pueda ser promovida esta Causa.
Aquí unas suspiraron, otras se asustaron pensando en un refrán de una antigua monja de su comunidad que les solía repetir: "hermanitas, procuren ser ‘buenas monjas’, pero ‘no santas’ que llevan mucho gasto y trabajo."
"Sí, es verdad" - les respondí - hay que hacer mucho trabajo ¡que lo sé yo!, pero si mirásemos esto, nuestra comodidad, no tendríamos ningún santo en la Iglesia. Pero M. Concepción ya no pertenece sólo a la comunidad de Palma de Mallorca sino al tesoro de la Iglesia, no es una cosa “allá ellas” no, esto es de la Iglesia, eso lo participan todos. Hay que pedir oraciones, estas cosas de Dios -donde se toca el misterio de la Santidad de Dios- “Tú sólo eres Santo” es una participación de la Santidad de Dios. La Causa les será como una lectura espiritual continua, como unos Ejercicios Espirituales continuos, viendo cómo ella trabajaba, vivía la vida espiritual. Cómo ella se santificó: qué escribía, qué propósitos hacía. De una persona que se santificó 93 años; ¡qué ya está bien! Y les hice saber la responsabilidad que tenían, pues parecía que el Señor quería que nos fijásemos en aquella alma y quería hacer algo con ella. Ante un caso que a mí me parecía tan claro y como persona avezada en la materia procuré animar a aquellas ‘isleñas’ y les dije que realmente se trataba de un caso de virtudes heroicas que vuela muy por encima de los demás. Empiecen a caminar.
Transcurridos 7 años de aquella muerte y de mi estancia en Palma de Mallorca, me comunican las MM. que ya se han ‘decidido’ por la Causa y me suplican les escriba unas palabras a manera de introducción para la primera biografía de la Madre Mª de la Concepción. Muy complacido asiento a ello y estoy muy contento de que la den a conocer abundantemente en nuestras comunidades y devotos.
Postulador de la Orden
Composición que las MM. Carmelitas Descalzas de Palma de Mallorca hicieron para obsequiar en su LX Aniversario al celebérrimo P. Simeón, en agradecimiento a su postulación tan fecunda en la Iglesia de Cristo.
Esta composición forma parte de un triptico.
A ambos lados hay dos pergaminos con los nombres de todos los santos, beatos, Venerables y Siervos de Dios que ha llevado la Causa.
Los pergaminos se pueden ver a continuación: |
Noticias
** El 31 de Agosto de 2006 la M. Priora nombró Postulador de la Causa a D. Manuel Pedro Oliver Moragues, licenciado en filología y en historia. Funcionario técnico en el Archivo Municipal de Palma. Joven seglar, casado y padre de tres niñas. Su esposa, Dª Selina Bustamante Porras, licenciada en ciencias físicas, le ayuda a la Causa.
El Sr. Obispo confirmó dicho nombramiento y aprobó la oración de uso privado de la M.Concepción.
Ambas cosas se hicieron públicas en la Misa conventual del 7 de Febrero de 2007, VIII aniversario de su fallecimiento.
** El 24 de octubre de 2008, el Postulador, D. Manuel Pedro Oliver Moragues presentó al Sr. Obispo de la Diócesis - Excmo. Sr D. Jesús Murgui Soriano - todos los documentos necesarios para solicitar la apertura del proceso de canonización.
** En el 2008 se ha abierto un grupo internacional para la promoción de la Causa de la M. Concepción, fundado por el Ing. Jaime Palacios de León (México)
** El día 28 de diciembre del 2008 falleció Dª Pilar de Oleza Gual de Torrella, hermana de la M. Concepción a la edad de 99 años.
Dª Pilar fue la tercera hermana, la útima del 'grupo de las tres mayores', que convivieron más juntas en su infancia y juventud. Las tres mayores nunca fueron al colegio, sino que tenían institutrices que iban a su casa, por las tardes se reunían con sus primos, paseaban, íban al cine, al teatro y practicaban deporte: tenis, natación, equitación.
En estos momentos de los 8 hermanos de la M. Concepción, queda con vida una de sus hermanas más pequeñas: Dª Blanca de Oleza.
La Madre Concepción con su hermana Pilar, un año antes de entrar en el Carmelo.
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** El 15 de mayo de 2009, Sr. Obispo de Mallorca D. Jesús Murgui Soriano firmó el Edicto de Apertura del Proceso de Canonización y nombró a los teólogos censores y a la Comisión histórica para la Causa de la M. Concepción.
** El 26 de Junio de 2009 juraron los teólogos censores y la Comisión histórica.
** Diciembre 2009. Entrevista al Postulador. Idioma: mallorquín.
** 21 de diciembre 2009. Apertura Solemne de la Causa de Canonización.
Momento principal de la Apertura Solemne de la Causa de Canonización de la Sierva de Dios M. Concepción por el Excmo. y Rvdmo. Sr Dr. D. Jesús Murgui Soriano, Obispo de Mallorca.
La fórmula que prestó juramento el Sr. Obispo, el Juez, el Promotor de Justicia y el Notario está en latín, la del Postulador y la persona encargada de llamar a los testigos en castellano; al final el Sr. Obispo dirige unas palabras en castellano.
I parte
II parte
Fotos de la Apertura
Homilía del Sr. Obispo de Mallorca en la Misa de Acción de Gracias que precedió a la Apertura Solemne.
El 17 de octubre de 2009 falleció la hermana pequeña y ahijada de la M. Concepción: Dª Mercedes de Oleza y Gual deTorrella inesperadamente de paro cardíaco.
Momentos antes de entrar en el Carmelo:
La Madre Concepción con Mercedes, su hermana pequeña y ahijada.
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** Misa en el XII Aniversario del fallecimiento de la Madre Concepción. 7 de febrero de 2.011
La Sta. Misa fue celebrada por el capellán del Monasterio de Carmelitas Descalzas, P. Urbano Domínguez (de nacionalidad mexicana).
En el primer banco, Dª Blanca de Oleza, la única hermana carnal que queda.
La casulla que lleva el capellán está hecha con la tela del vestido de novia que la M. Concepción llevó en su Toma de Hábito. La familia ya eligió la tela del vestido con la idea de hacer posteriormente una casulla como recuerdo. Las tías de la Madre Concepción la elaboraron y bordaron. Delante lleva el bordado del escudo del Carmelo; y detrás, los escudos de los apellidos familiares: de Oleza y Gual de Torrella.
** XIV ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE LA MADRE CONCEPCIÓN. 7 de febrero de 2013.